Es el comportamiento de la luz lo que justifica la reducción de la visibilidad. Al ser alcanzadas por luz natural -constituida por muchas longitudes de onda, por muchos colores-, las partículas la reemiten de diferente manera según su tamaño, dando lugar a diferentes tipos de dispersión, como por ejemplo las importantes dispersión de Rayleigh y dispersión de Mie. La primera, producida por exiguas partículas gaseosas, es muy selectiva con las longitudes de onda que reemite y la dirección en que lo hace**. La segunda, protagonizada por los mencionados coloides, partículas macroscópicamente diminutas pero microscópicamente grandes, se caracteriza por reemitir prácticamente por igual todas las longitudes de onda, todos los colores; se puede decir que estas partículas, sólidas o líquidas, reflejan en todas direcci0nes la luz blanca que reciben.
La dispersión de Mie resta nitidez a las imágenes y deslava sus colores. Un paisaje de verdes valles y colinas rojas conserva su fuerza cromática si toda la luz que reciben nuestros ojos proviene de los verdes valles y de las colinas rojas. Si se interpone una masa de aire cargada de arena, debido al mecanismo dispersivo de Mie, recibimos también un considerable porcentaje de luz blanca que aclara los "colores emitidos" por el paisaje de fondo.
Este engorro fotográfico desaparece si de algún modo se barre la atmósfera de partículas de arena. De esto se encargan las precipitaciones. Cuando llueve, las gotas de agua engullen el polvillo en suspensión y lo llevan hasta el suelo. La lluvia puede estropearnos una excursión al campo pero nos compensa limpiándole la cara al paisaje para que se luzca a todo color bajo un cielo despejado.
vamos al monte Fuji a merendar bolitas de arroz
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*debido a las fuerzas rozamiento viscoso... de las que no nos ocupamos aquí.
**es la que confiere el color azulado al cielo y anaranjado al atardecer.
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